domingo, 30 de agosto de 2009

TEMA 9 : PAREJA ESTABLE Y RELACION CONYUGAL

INTRODUCCION

Muchas personas tienen el anhelo profundo de formar un hogar, donde haya amor y respeto. Tener un buen matrimonio con unos hijos que complementen la felicidad del hogar.

El matrimonio ha sido en muchas épocas, como una meta ineludible que lleva a la realización de los más altos ideales. Así, para muchos, es la forma ideal para evitar la soledad, para resolver los problemas de la vida, para trascender, a través de los hijos, para ascender a una vida mejor, adquiriendo posición social, y para muchos es la satisfacción de tener un compañero fiel y exclusivo, la atracción principal.

En la actualidad, también muchos otros piensan que el matrimonio está destinado a fracasar, que no puede existir el amor eterno o que el matrimonio es una esclavitud.

Como vemos son muchas las expectativas que se tienen alrededor del matrimonio. Pero ¿Cuál es el desafío real que se enfrenta en el matrimonio?, ¿Cuál es la amenaza al matrimonio feliz?, ¿Qué barreras se deben superar?, ¿Es posible que el matrimonio nos lleve a la máxima realización personal?.

Todos estos son interrogación que se irán resolviendo a lo largo de esta lección.

1. Noviazgo y Matrimonio

El Noviazgo y el Matrimonio son dos momentos diferentes, dos tipos de relación diferentes. Por esto un noviazgo feliz no es garantía de un buen Matrimonio.

En el noviazgo la pareja no se manifiesta como es, sino como quisiera ser; hay un grado más alto de tolerancia y afectuosidad, como también el amor apasionado; que es más fantasioso y se limita a la satisfacción de las salidas para recreación y diversión. La convivencia no es realmente estrecha.

Mientras que en el matrimonio la convivencia es permanente y la rutina y lo cotidiano puede llevar fácilmente a la monotonía y la apatía.

Este periodo de prueba que es el noviazgo es importante si se de la comunicación abierta y sincera y se dice lo que se esperar obtener en el matrimonio y cuáles son las expectativas. Este es un periodo para aprender a resolver dificultades juntos y conocer la mejor forma de resolución de desacuerdo en la propia pareja.

El matrimonio se constituye entonces, como la unión en el amor de dos individuos con cualidades y defectos que adquieren objetivos comunes, que crían y educan a unos hijos; que forman un patrimonio común y en general que aprenden a convivir diariamente y a darle sentido y proyección a la vida, de esta forma actualizan cada día el signo sacramental del matrimonio como vocación personal.

2. Las diferencias individuales

En nuestra sociedad existen ideas que pretenden anular las diferencias entre las personas. Esto lleva a los miembros de la pareja a suponer que sus expectativas respecto a matrimonio, a lo que pueden recibir del otro, a lo que tienen que dar en la relación, al papel de los hijos y su educación y así a las demás dimensiones de la relación; son algo claro, definido, evidente y compartido. Pero cuando la pareja se sienta a confrontar sus expectativas, se da cuenta que no hay tal uniformidad.

El trabajo de cada pareja es entonces, adquirir habilidades de comunicación y expresión de sentimientos, creencias, deseos y actitudes que permitan conocer que perjuicios trae el otro a la relación.

La pareja tiene el compromiso de trabajar diariamente para la relación, compartir las diferencias, viéndolas como un complemento, y convivir diariamente de la mejor forma posible.

Una cosa es la teoría sobre el matrimonio y otra es la práctica. Una cosa es lo que esperamos de una relación, nuestras fantasías, y otra muy distinta lo que encontramos. Hay una diferencia clara entre lo que debería ser y lo que es.

Estamos pues, llamados a construir una buena relación de pareja con lo que tenemos en los momentos, hacer una historia única de nuestra propia pareja.
En nuestro medio resalta la idea de que a cada uno de los géneros, hombre y mujer, le corresponden determinar expresiones y actividades en relación con el otro.

Así, la mujer se supone que es la más indicada para expresar sus sentimientos y necesidades efectivas, para educar a sus hijos y para encargarse de las tareas del hogar. Mientras que el hombre es el encargado del dinero y las relaciones al exterior del hogar.

Afortunadamente, actualmente, los papeles de uno y otro están cambiando y aunque todavía hay confusión y resistencia al cambio, hoy en día se explora nuevas formas de relación en la pareja.

Como es bien sabido se han encontrado diferencias en las parejas por la forma de concebir el tiempo libre, en el uso y el gasto de dinero, en las actividades de recreación, en el cómo educar a los hijos, en la valoración que se da a los familiares o personas allegadas a la familia, al crecimiento personal, etc.

Todas estas diferencias se pueden convertir en motivos de conflicto y si no se comunican y resuelven a tiempo van a estar manifestándose ocultamente en toda la interacción de la pareja y poco a poco van a ir deteriorando la relación.

Es pues, fundamental que esta diferencia se comenten y se reconozcan como características que hacen del otro alguien único, distinto, pero no por ello peor ni mejor, sino alguien que puede complementar mis visiones del mundo.

Se presentan una vez más el desafío de desarrollar la capacidad de aceptación, de los puntos de vista distintos, y de respeto, por las particularidades del otro.


3. El Matrimonio, un proceso de cambios constantes

La decisión de vivir en pareja implica la necesidad de encontrarse y reencontrarse en un continuo movimiento, de reorganizar lo cotidiano continuamente.

Ante los problemas dificultades que se presentan en el matrimonio, generalmente, alguno de los miembros de la pareja o ambos presentan una resistencia al cambio y dicen querer seguir como siempre, no dándose cuenta que ese seguir como siempre, explica el que los problemas se mantengan.

Otros simplemente dicen que el que debe cambiar es el otro, no reconociendo que en la mayor parte de los problemas y dificultades de la pareja, hay una contribución de los dos miembros.

Otros se sienten mal al reconocer que deben cambiar; porque ello implica replantear su forma de ser de ese momento, y entonces se preguntan si vale la pena cambiar para conservar a su pareja. Muchos que se rinden fácilmente ante los problemas de la vida, buscan la separación.

También se da el caso que cuando no se le exige al otro, ni a uno mismo, el cambio se quita la presión de tener que cambiar, y cada miembro de la pareja del cambio por si mismo más fácilmente.

El que no cambia evita lo nuevo, que le causa inseguridad y prefiere lo conocido para evitar el esfuerzo que implica cambiar. De esta forma nunca maduran, ni aprenden a resolver conflictos.

Nueva circunstancias acechan constantemente el equilibrio familiar y cada una de ellas implica cambios en la relación y nuevas adaptaciones de la pareja. Así, la vida familiar adquiere el ritmo de las circunstancias que deben enfrentar y también se ve influida constantemente por los cambios de cada uno de los miembros de la pareja, debidos a la experiencia del vivir y convivir cotidiano.

La experiencia laboral, la maternidad, la paternidad, la influencia de los grupos en que participan a de las corrientes ideológicas de moda, el envejecimiento, la jubilación, los medios de comunicación y todo en general, transforma al individuo y a la pareja como unidad constante.

El matrimonio es, pues, una relación dinámica, en continuo movimiento; que implica que dos estilos de vida diferentes se armonicen y se adapten a múltiples cambios.

Es necesario comunicarse diariamente para armonizar las diferencias. No es fácil conocer, aceptar, querer y complementarse con otro.

El matrimonio como todo proceso de la vida implica riesgos, incógnitas, caídas y conflictos. Pero cuando entendemos el matrimonio como un compromiso con el otro desde Dios-Padre y sobre todo con el propio crecimiento y madurez personal, no es fácil no hacer uso de la fuerza de voluntad, la inteligencia y generosidad, que nos caracteriza como seres humanos, para lograr la estabilidad matrimonial y por tanto un triunfo al reto de la convivencia con los demás.

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