viernes, 28 de agosto de 2009

TEMA 3: ENFOQUE ANTROPOLOGICO CRISTIANO DE LA SEXUALIDAD

INTRODUCCIÓN

La educación para el amor y la sexualidad permite una vivencia armónica, la cual es importante para todo ser humano.

“La sexualidad influye en los procesos individuales y colectivos como la valoración de sí mismo y de los otros, la identidad, la autoestima, la capacidad de dar y recibir amor, la posibilidad de sentir placer, la procreación responsable y la convivencia solidaria y respetuosa en la pareja, en la familia y en la comunidad”.

(Plan Nacional de Educación Sexual).

1.- La sexualidad y el enfoque cristiano:

“Toda educación se inspira en una determinada concepción del hombre. La educación cristina aspira a conseguir la realización del hombre a través del desarrollo de todo su ser, espíritu encarnado, y de los dones de la naturaleza y gracia de que ha sido enriquecido por Dios.”

La visión cristina del hombre, reconoce en el cuerpo una particular función, puesto qué contribuye revelar el sentido de la vida, el modo específico de existir y obrar del espíritu humano.

Este significado es ante todo de naturaleza antropológica: “el cuerpo revela al hombre”, expresa la persona y por eso es el primer mensaje de Dios al hombre mismo, es casi una especie de “sacramento primordial” , entendido como signo que transmite eficazmente en el mundo visibile el misterio invisible, escondido en Dios, desde la eternidad.

La distinción sexual, que aparece como una determinación de todo ser humano, supone diferencia, pero en igualdad de naturaleza y dignaidad.

La persona humana, por su íntima naturaleza, exige una relación de alteridad que implica una reciprocidad de amor. Los sexos son complementarios: iguales y distintos al mismo tiempo; no identicos, pero si iguales en dignidad personal, son semejantes para entenderse, diferentes para completarse recíprocamente.

El hombre y la mujer constituyen dos modos de realizar por parte de la criatura humana, una determinada participación del ser divino han sido creados “a imagen y semejanza de Dios” y llenan esa vocación no solo como personas individuales, sino asociados en pareja, como comunidad de amor. Orientados a la unión y a la fecundidad. El marido y la esposa participan del amor creador de Dios, viviendo a través del otro la comunión o Él.
La pedagogía contemporánea de inspiración cristiana ve en el educando, considerado en su totalidad compleja, el principal sujeto de la educación.
Debido a la repercusiones de la sexualidad en toda la persona humana, es necesario tener presentes multitud de aspectos: las condiciones de salud, las influencias del ambiente familiar y social, las impresiones recibidas y las reacciones del sujeto, la educación de la voluntad y el grado de desarrollo de la vida espiritual sostenida por el auxilio de la gracia.
Vistos los estrechos lazos existentes entre moral y sexualidad, es necesario que el conocimiento de las normas morales esté acompañado de claras motivaciones, a fin de conseguir una sincera adhesión personal.
La pedagogía contemporánea tiene plena conciencia de que la vida humana esta sometida a una evolución constante y que la formación personal es un proceso permanente.
Esto también es verdadero al respecto a sexualidad que se manifiesta con características en las diversas fases de la vida. Lo cual conlleva, evidentemente, riquezas y dificultades, no leves, en cada etapa de su maduración.

2. Proceso Evolutivo.

Los educadores tienen presente las etapas fundamentales de tal evolución:

El instinto primitivo, que al principio presenta carácter rudimentario, pasa luego a un clima de ambivalencia entre el bien y el mal.
Después con ayuda de la educación, los sentimientos se estabilizan a la vez que aumenta el sentido de responsabilidad.
Gradualmente el egoísmo se elimina, se establece un cierto ascetismo, el otro es aceptado y amado por sí mismo.
Se integran los elementos de la sexualidad: genitalidad, erotismo, amor y caridad. Aunque no se obtiene siempre el resultado completo, son más numerosos de lo que se piensa, los que se aproximan a la meta a que aspiran.
A veces, las estructuras económicas, las leyes estatales, los mass-media, los sistemas de vida de las grandes metrópolis son factores que inciden negativamente sobre el hombre.
De todo ello la educación cristiana toma nota e indica orientaciones oportunas para oponerse responsablemente a tales incentivos.

3. Responsabilidad en la realización de la educación para la sexualidad:

a) Función de la Familia:

La educación corresponde, especialmente, a la familia que “es escuela del rico humanismo”. La familia en efecto, es el mejor ambiente para llenar el deber de asegurar una gradual educación de la vida sexual. Ella cuenta con reservas afectivas capaces de hacer aceptar, sin traumas, aún las realidades más delicadas e integrarlas armónicamente en una personalidad equilibrada y rica.

b) La comunidad eclesial:

La comunidad eclesial constituye, desde el abrirse a la vida, un ambiente adecuado a la asimilación de la ética cristiana en la que los fieles aprenden a testimoniar la Buena Nueva.
Las dificultades que la educación sexual encuentra a menudo en el seno de la familia, requieren una mayor atención por parte de la comunidad cristiana.
· Catequesis y educación para la sexualidad:
La catequesis está llamada a ser terreno fecundo para la renovación de toda la comunidad eclesial. Por tanto, para llevar a los fieles a la madurez de la fe, aquella debe ilustrar los valores positivos de la sexualidad, integrándola con los de la virginidad y el matrimonio, a la luz del misterio de Cristo y de la Iglesia.
Esta catequesis debería poner de relieve que la primera vocación al amor se realiza por dos caminos diversos: el matrimonio o el celibato por el Reino. “El matrimonio y la virginidad son dos modos de expresar y de vivir el único Misterio de la Alianza de Dios con su pueblo”.
· Catequesis prematrimonial:
Un aspecto fundamental de la preparación de los jóvenes para el matrimonio consiste en darles una visión exacta de la ética cristiana respecto a la sexualidad. Esta catequesis ofrece la ventaja de situarse en la perspectiva inmediata del matrimonio.
Los futuros esposos deben conocer el significado profundo del matrimonio, entendido como unión de amor para su pleno desarrollo personal y para la procreación.

c) Escuela de padres de familia:

Una sólida preparación catequística de los adultos, sobre el amor humano, educación sexual de los niños. Así se asegura la posesión de la madurez humana iluminada por la fe, que será decisiva en el dialogo que los adultos deben establecer con las nuevas generaciones.

d) Función de la sociedad civil:

La persona debería encontrar en la sociedad, expresados y vividos, los valores que ejercen un influjo, no secundario, en el proceso formativo. Será, por tanto, deber de la sociedad civil, en cuanto se trata del bien común, vigilar, con el fin de que se asegure un sano ambiente físico y moral en las escuelas y se promuevan las condiciones que respondan a la positiva posición de los padres para que cuenten con su libre adhesión.

e) Responsabilidad de la educación para el uso de los medios de comunicación social:

En el mundo actual los instrumentos de comunicación social, con irrupción arrolladora y fuerza de sugestión, ejercen sobre los jóvenes y los menores en general, y sobre todo en el campo de la educación sexual, una continua y condicionante obra de información y de amaestramiento bastante incisiva que aquella propia de la familia.
Las autoridades civiles tienen peculiares deberes en esta materia en razón del bien común social proteja la moralidad publica, en particular el mundo juvenil, especialmente en lo que concierne a revistas, filmes, programas radio-televisivos, exposiciones, espectáculos y publicidad.

f) Función de la escuela en relación a la educación sexual:

Supuesto el deber primario de la familia, cometido propio de la escuela es el de asistir y completar la obra de los padres, proporcionando a los niños y jóvenes una estima de la “sexualidad como valor y función de toda la persona creada, varón y mujer, a imaginar de Dios”.
El dialogo interpersonal, exigido por la educación para la sexualidad y el amor, tiende a suscitar en el educando una disposición interior apta para motivar y guiar el comportamiento de la persona.
Ahora bien, tal actitud está estrechamente conectada con los valores inspirados en la concepción de la vida.
La educación para la sexualidad no se reduce a simple materia de enseñanza o a sólo conocimientos teóricos; no consiste en un programa a desarrollar progresivamente, sino que tiene un objeto específico: la maduración afectiva del alumno, el llegar a ser dueño de sí y el formarlo para el recto comportamiento en las relaciones sociales.

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